sábado, 13 de septiembre de 2008

Lo mejor de las despedidas son los futuros reencuentros

Cuando toca despedirnos de alguien sentimos la imperiosa necesidad de decirle en ese momento lo importante que ha sido el tiempo y el tempo compartidos, como si no hubiera habido motivo, causa, circunstancia u ocasión previa para hacerlo. Y puede que no debiéramos dejarlo para ese quizás último instante, porque así nos va como nos va, creyendo que todos los demás saben de los sentimientos y emociones que despiertan en nosotros. Y como nos embarga un sentimiento de destrucción milenarista como si el mundo fuera a acabarse y nunca más pudiéramos volver a coincidir en este camino, pues nos dejamos llevar, y empezamos a contagiarnos estos sentimientos lacrimógenos y empiezan a darse unos tras otros los momentos lelos...
Yo, la más llorona, edulcorada y casi diabética de tanto dulzor emotivo y emocional, he decidido vestirme hoy con el traje de las no lágrimas, porque no tengo la intención de que esto sea el final de nada. Y puede que no sea así, también soy consciente, porque igual que nos da un achuchón y la gente se nos hace imprescindible, mañana ni nos acordamos y si nos cruzamos con alguien igual hasta cambiamos de acera. ¡Espero que nadie haga eso conmigo!
Pero bueno, prefiero dejarme envolver por un sentimiento optimista de cambio, regeneración, novedad, ilusión, transformación, esperanza y confianza, y muchas cosas buenas más... que yo no pienso comerme el coco en cosas malas que para eso ya están los dioses que siempre se encargan de torcer mi destino.
De momento, me despido de los ojitos que me chillan, espero que sólo temporalmente, y que esos dioses juguetones nos hagan volver a coincidir en algún sitio algún día, porque ha sigo genial conocerte.
Y venga mudanza y cambalache emocional, que es lo mío, ir de aquí para allá, pero siempre sumando y llevándome mucha más gente en mi recuerdo e incorporando a gente nueva en mi día a día. Mi lista de contactos sigue incrementándose, y eso me hace feliz.
No quiero seguir escribiendo porque quiero mantener este sentimiento positivo, y si sigo pensando a lo mejor empieza la añoranza del recuerdo, y no quiero... Que el lunes será un nuevo día para empezar: Hoy puede ser un gran día, duro con él.
De todas formas, dejo una canción para el final, sin tintes negativos, lo prometo. La versión de The Beatles es mucho más alegre que la del maestro Joe Cocker, pero ésta trae a mi memoria el recuerdo adolescente de la banda sonora.

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