miércoles, 6 de agosto de 2008

Olores de ayer

Las asociaciones mentales que nuestro cerebro realiza son sorprendentes y yo cada día me asombro de ver cómo se relacionan conceptos en mi cabeza y cómo viajo de un lugar a otro sin conexión aparente de manera acelerada. Ni siquiera yo muchas veces sé cómo he llegado hasta un punto y tengo que pararme a pensar cual ha sido mi camino hasta esa idea final, y la verdad es que para mí es a veces desconcertante. Es curioso por ejemplo como un olor te trae a la mente recuerdos de ayer y te vienen a la cabeza cosas que ni siquiera sabías que tenías aún escondidas en los resquicios de tu memoria.
Y me he decidido a hablar de esto hoy porque alguien pasó por mi lado con un olor que reconocí al instante. Ahora viene la parte surrealista de la historia, porque ese olor es el del desodorante que usaba un jefe que tuve una vez. Sí, es increíble, lo sé pero ese olor se metió en mi nariz de olerlo un día y otro y otro más, y definitivamente me repugnaba. Pues ese olor estaba ahí a las 10, a las 12, a las 6 de la tarde, ... y es que este señor se dedicaba a rociarse constantemente con un bote que tenia por algún sitio escondido y que yo no descubrí porque puedo asegurar que hubiera hecho desaparecer. Pues alguien pasó hoy por mi lado con ese olor y lo reconocí a leguas, y mi cuerpo volvió a sentir esa sensación de desagrado y mi mente volvió a aquellos momentos.
Pero hay olores que se asocian a recuerdos mucho mejores, que te retrotraen e la infancia por ejemplo, mucho más agradables por lo general. Olor a plastilina, a lápices de cera y de madera, a libros de texto nuevos, a libros de hojas viejas y amarillas, a días de levante, al plástico del impermeable y el de las botas de agua, a playa en la infancia, a la cocina de tu madre, a toallas recién limpias, a manchas de grasa en el mono de trabajo, a charcos, a niebla y chaparrón, a tierra mojada, a hierba, a campo, a plástico de tienda de campaña, a piedras de acuario, a comida de peces, a uniforme manchado, a armarios, ... podría seguir casi eternamente.
Me gusta el olor a haber dormido acompañada, ese que se queda en la almohada, a ducha compartida, a risas, a gel de baño que ya huele a ti, a carreras para no llegar tarde, ... me gusta tu olor por las mañanas cuando pasas por mi lado y se queda en el aire tu presencia...
He decidido memorizar tu olor, porque cuando no estés, y pronto ya no estarás, por esas asociaciones extrañas de la mente aparecerás de vez en cuando en mi memoria de manera inesperada. Serás mi aromaterapia.

6 comentarios:

mkarmona dijo...

Debes de vivir en un constante flashback con tanta asociación olfativa...

Leticia dijo...

Jajaja. Bueno, no es exactamente así, pero sí es cierto que muchas cosas me recuerdan a un pasado lejano y no tan lejano. Tú tambien lo habrás experimentado, seguramente. Puedes dejarme por aquí si quieres alguno de esos olores que también formen parte de tu recuerdo.
Gracias como siempre por tu comentario.
Un saludo.

mkarmona dijo...

Si bien es cierto que no reparo notoriamente en estos flashbacks olfativos, hay uno que todos los años estimula alguna que otra neurona mía. Terminando el verano, ya dispuesto a entrar el otoño, hay un olor en el ambiente peculiar y agradable que me recuerda a los primeros días de colegio. Esa sensación de nuevo curso, gente nueva, tareas de clase que entregar, fin de vacaciones,...

Leticia dijo...

Ese creo que es un recuerdo que a todos nos viene a la mente en esa época del año. Es sorprendente pero a mí me ocurre que hay un día tanto al inicio como al final del verano, en el que noto realmente el cambio de estación. Y el final del verano inevitablemente lo relacionamos con el inicio del colegio, con irse a la cama temprano otra vez, con los nervios del primer día ante los reencuentros con amigos, a estrenar libros y cuadernos, a madrugones, ...
Ahora que pienso en esto, yo recuerdo claramente en sonido de las noticias en la radio mientras mi madre preparaba el desayuno y el olor a colacao.
Gracias por jugar, como siempre.
Un saludo.

Mª Ángeles Carrasco Delgado dijo...

Pero que pasada... hace unos días tuve esta misma reflexión... bueno... muchas veces me la hago porque yo también soy de pituitaria amarilla facilona y estoy totalmente de acuerdo con el cambio de estación verano-otoño (caracterizada por un ambiente de emociones y sentimientos tristes).
Mis mejores recuerdos olfativos son los de la crema nivea que siempre está en la mesita de noche de mi madre y me recuerda a ella, y el de la cara de las muñecas... siempre han tenido un olor peculiar

Leticia dijo...

El plástico de las muñecas tenía ese olor medio dulzón... como a algodón de azúcar o a algo parecido, y que si pudiera comerse estaría riquísimo, jajajaja.
Si te fijas, las barbies no olían asi... eran sosas hasta para eso.
¡Gracias por revolver un poco por aquí Sra Cadel!