martes, 19 de agosto de 2008

No me hace sentirme más mujer

Si has empezado a leer esto, me gustaría que lo terminaras para evitar equívocos y malas interpretaciones y que mis planteamientos sean entendidos por completo.
Los que me leéis normalmente, o los que lo hagáis ahora por primera vez, podréis comprobar que mi lenguaje, el que uso normalmente, no es un lenguaje de género y no lo es por apuesta y decisión personal. Yo que como mujer debería ser la más interesada y sensibilizada en este tema, y de hecho lo soy, no siento la necesidad de hacerme visible a través de las palabras, palabras que no me excluyen cuando se plasman en genérico. Yo no me siento excluída, no me acerco con la predisposición a sentirme discriminada, y por lo tanto no tengo la necesidad de que se me haga el favor de visibilizarme con un lenguaje que por otra parte han creado los hombres. Cierto es que el lenguaje es un ente vivo y cambiante, y es esa una de las razones que lo hace tan interesante, el actualizarse, el cambiar geográficamente, la existencia de hablas diferentes y de dialectos. Todo eso es enormemente enriquecedor, pero de ahí a que nos inventemos vocablos y palabros con pretensiones igualitarias hay un mundo. Es cierto que debe existir un primer motor que de vida a estos cambios, un impulso creador llamemoslo así, pero no quiero permitir aberraciones lingüísticas con la excusa de que es necesario para conseguir la igualdad de la mujer. Señores, la palabra miembras no existe hoy por hoy, no la recoge la RAE y si de aquí en adelante los castellano parlantes generalizamos su uso, pues la aceptaremos como un neologismo más de todos los que existen, que el problema no es el cambio. Mi problema es la hipocresía y la utilización de problemas tan graves que hacen que finalmente se banalicen y la gente no los tome en serio o tenga una percepción equivocada de ellos. Intento explicarme. Una acción o una actitud puede transmitir actitudes mucho más negativas en estos aspectos que el propio lenguaje, que se supone transmisor de desigualdades y puede serlo, no voy a negar una evidencia. Pero no me siento culpable por decirles a mis alumnos que todos son diferentes, y no iguales porque no lo son, porque mi actitud, mi posicionamiento ideológico y mi planteamiento es claramente igualitario y está en el punto más lejano del machismo. No voy a sentirme culpable por decirles que todos tienen los mismos derechos y obligaciones y no voy a sentirme culpable por trabajar con ellos por una sociedad tolerante e igualitaria. Lo siento, pero no voy a dejar que nadie me culpabilice por esto. Y tampoco me parece de recibo que se relaciones este supuesto "inmovilismo lingüístico" con un inmovilismo de pensamiento que deriva en una determinada ideología retrógrada y facha. No es cierto. Mi compromiso personal con esta causa y con otras no voy a plasmarlo aquí ahora, pero puedo decir que es claro, manifiesto y activo, y no voy a permitir que se me relacione con tendencias con las que no me siento para nada identificada. No hay relación.
Mis prejuicios morales como mujer también pueden jugarme una mala pasada en este aspecto porque pueden hacer que yo me acerque a determinadas situaciones con la predisposición a sentirme ya desplazada y excluída. No se si seré capaz de explicar claramente esto, pero está muy relacionado con lo anterior. Ingenuamente quizás, no tengo la impresión ni la percepción de que nadie vaya a discriminarme por el simple hecho de ser mujer y por lo tanto no voy predispuesta y condicionada a analizar con lupa todas las situaciones y a sacar punta de aquello que no la tiene. Reconozco que he tenido mucha suerte en la vida por no haber vivido circunstancias duras y dramáticas que viven otras mujeres a las que doy todo mi apoyo incondicional, pero tampoco voy a pedir perdón por ello. Mi experiencia es positiva, y no se me puede tampoco amonestar emocionalmente por ello. Es mi actitud para enfrentarme a las situaciones. Yo como persona, no como mujer, estoy aquí en este sitio, aquí y ahora, hablando, trabajando, escribiendo, jugando, leyendo, hablando, cocinando, conduciendo, ... yo me considero persona y adoro ser mujer pero ante la vida primero soy persona y considero a los demás personas, sin distinciones ni diferencias.
Por otra parte, voy dejar claro que apoyo cualquier tipo de política de igualdad, pero quiero ahora criticar esta demagogia barata que hacen los políticos con la paridad, política que puede verse enfrentada a los méritos y a las capacidades que realmente tengan las mujeres y que pueden verse infravalorados porque las mujeres ocupen puestos por "obligación paritaria". Puede pensarse entonces que una mujer no está capacitada para un puesto determinado, pero que por el simple hecho de ser mujer lo ocupa. No todos los hombres están capacitados para todos los puestos, pues igual ocurre con las mujeres. No provoquemos además de todo que la mujer tenga de dispersar dudas sobre sus capacitaciones reales. Y es que no me gustan las cosas con calzador.
Para terminar, y por eso pedía al principio que por favor se intentara llegar hasta este punto sin abandonar antes, quiero dejar plasmadas un par de cosas:
1. Censuro, condeno y sanciono cualquier, y digo cualquier, actitud de discriminación hacia la mujer. Es evidente que ahí incluyo como lucha principal de la sociedad de hoy en día combatir la intolerable y despreciable violencia de género. Quiero hacer extensible esta condena hacia actitudes discriminatorias a cualquier persona en general, por cualquier otra razón.
2. Considero absolutamente necesario una implicación integral de la educación en este tema, donde la escuela como agente socializador debe cumplir un papel esencial. No olvidemos que la escuela es sólo uno de ellos, y que los demás deben compartir esta lucha diaria.
Sé que es un tema controvertido y que puede llevar a polémicas, lo cual me agradaría poder comentar con quien le apetezca. Sólo quiero que se entienda que yo como mujer, joven, comprometida, participativa, flexible, concienciada, ... y mil cosas más que me pide la vida hoy me enfrento al día a día desde mi perspectiva en la que todos somos diferentes pero con las mismas oportunidades. Creo en que eso es así, me gustaría que fuera así, confío en que es así, y trabajo para que si no lo es se haga realidad.


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