sábado, 26 de julio de 2008

Tentaciones

Quiero primero definir que es para mí la tentación, eliminando cualquier connotación religiosa por supuesto, que no va a ser ahora cuando alguien me diga a mí que me van a poner a prueba para ver si reúno los méritos para ir al paraíso, porque mi paraíso está aquí y ahora con la gente a la que quiero a mi alrededor. Espero no herir a nadie con este planteamiento que no es esa la intención, pero si espero el respeto absoluto que merezco. De cualquier forma, siempre hay espacio aquí para que comentáis lo que queráis y me encantará debatir sobre el tema, aunque sobre dios pensaba hablar otro día... el tema hoy son mis tentaciones.
Para mí la tentación es tanto el impulso que te incita a hacer algo, como la persona o cosa que te incita a hacerlo y hay muchos tipos o clases de tentaciones, desde aquellas que son muy evidentes hasta otras que pertenecen más a lo intelectual y emocional que al cuerpo y los sentidos. La tentación provoca una necesidad de acción, que puede ir desde la necesidad por comer algo dulce hasta la necesidad de implicarte activamente en un proyecto social importante para tí. Para mí la tentación es fundamental en la vida, porque la relaciono con aquello de que os hablaba una vez, con el entusiasmo. No quiero que penséis que vanalizo el tema equilibrando tentaciones sensoriales con intelectuales, pero su efecto en mí al menos es el mismo: me incitan a actuar y me mantienen activa y siento que estoy viva.
Empecemos por la mente: tentaciones psicológicas, tentaciones emocionales, intelectuales, tentaciones de compromiso, tentaciones financieras, tentaciones laborales, sentimentales, ... cada una de forma individual o en combinación con otra u otras, lo que complica el tema enormemente. Y meterse aquí es complicado porque la mente ya es complicada, así que intentar explicar o comprenderlas, va a ser difícil. Mi tentación diaria es la inconstancia, la apatía y el aburrimiento, y le pongo freno con el positivismo diario y obligado (ya sabéis lo de mis 10 minutos de felicidad impuesta) y mi bandera, la sonrisa. Me tienta encerrarme y hacerme transparente por una temporada, pero no puedo ni quiero dejar a los que me rodean porque soy feliz con ellos. Me tienta un buen libro, algo interesante que detener delante de mis gafas (algunos sabéis de la pasión absoluta que siento por esos objetos llamados libros) y que me haga pensar y me provoque dolor de cabeza. Me tienta la buena gente en general, y en especial la que con honradez e integridad se enfrenta a lo injusto y defiende en lo que cree. Me tienta a mi pesar este mundo consumista, aunque censuro y denuncio actividades inmorales que se derivan de él y de la chispa generadora de tantos y tantos problemas, el dinero. Me tienta una nueva experiencia laboral y expectativas que nunca había valorado y que hoy se me presentan de una manera muy atractiva. Y me tientan casi más que todo esto unos ojos que me chillan, y que veo últimamente un poco tristes, y que me llaman a acercarme. Esta última tentación voy a enlazarla con la tentación de los sentidos por razones evidentes.
Sigamos pues por el cuerpo: tentaciones de los sentidos, de la piel, de los sabores y los olores, del ver, del oír y del tocar. Estas tentaciones pueden darse aisladas o en relación con otras más de carácter intelectual. Para quien no me conozca, aclararé que soy una gran fanática de la gastronomía y disfruto con ella, porque además aglutina varios de estos sentidos de los que hablamos. He aquí una de mis grandes tentaciones: la tentación culinaria. Hay maneras y maneras de disfrutar y de dejarse tentar, que es lo genial de esto porque para cada individuo es diferente. Disfrutar con una plato y un vino puede llegar a ser costoso y no hablo de convertirnos en expertos gourmets ni mucho menos, pero sí de descubrir ciertas sutilidades que antes desconocíamos y que abren un gran campo sensorial de disfrute, igual delante de un plato muy tradicional que de uno de la nouvelle coucine. Me tienta una buena cena, me tienta un buen vino, y me tienta una buena conversación alrededor, que por eso decía lo de combinar ambas experiencias. Me tienta un olor a infancia, a memoria y a futuro, tu olor de cada mañana. Me tienta una melodía, una canción, un sonido, un ruído que active mi memoria y me haga recordar buenos y malos momentos, que de todo se aprende. Me tienta una voz, me tienta tu voz. Me tienta un paisaje, una playa, una montaña, un camino que me inspire tranquilidad, paz, relajación, bienestar, alegría, libertad, compañerismo, aire puro, transformación, ... Me tienta sentir la brisa en la piel, o el frío del agua o la humedad de la mañana, el roce de tus caricias.
Y me veo rodeada de cosas que me incitan a ser dichosa cada día, y no puedo evitarlo, que me entusiasman enormemente. Mientras una sola de estas cosas siga ahí y me siga provocando, tendré que seguir disfrutando de ellas porque no puedo perderme tanta felicidad.
Hoy por hoy, tú eres una de mis mayores tentaciones, porque tientas a mi cuerpo y a mi mente.

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