Hablando hoy con alguien me dijo : He sido muy claro, le he mentido. Y yo me sorprendo ante esa afirmación tan rotunda. ¿Como pueden estar en la misma frase claridad y mentira? Eres directamente un claro mentiroso, por mucho que digas. Entonces entra el debate de la mentira y la sinceridad, y de si es realmente necesario decir siempre lo que uno piensa. Pues a lo mejor llevas razón y no siempre lo mejor es decir la verdad, pero es que no apuesto por caretas ni frases vacías ni mentirijillas, ni verdades a medias, ni mentiras enteras. Porque decir siempre la verdad no tiene que implicar hacer daño, que ahí esta la equivocación. Suponemos que el otro no está preparado para oír una verdad, nuestra verdad, subestimando su inteligencia pensando que no va a entendernos y preferimos enfrentarnos a una falsificación de la verdad que nos conviene más que un supuesto enfrentamiento. Es decir, ¿no puede ser el problema que no queramos enfrentarnos a nuestra verdad y que no seamos capaces de hacernos entender y mantener una discusión civilizada con el otro donde expongamos argumentos y razones? Pero claro también me parece arriesgado pensar que la culpa de que yo le mienta a alguien es suya, aunque también es más soportable para mí como engañante.
Es decir, como autoengaño por engañar al otro lo culpabilizo de mi mentira. Creo que estoy revolviendo esto demasiado.
Dejando claro mi planteamiento de que no me gusta mentir ni que me mientan, algo que parece de perogrullo a la primera, ahora desmontaré todo lo dicho anteriormente porque es verdad que hay gente que es que no se entera, o no quiere enterarse. Y después de mil y una explicaciones, pues deben venir mil y un cuentos que contar porque no quieren enterarse de la verdad. Y bueno, dejas a un lado principios y directrices vitales para contar lo primero que se te pasa por la cabeza o lo que llevas tiempo estructurando en tu mente y nunca te atrevías a decir, porque no te queda otra, piensas.
Y ahora que ya me he decidido a mentir, se plantea el otro problema: no se cómo se hace, de verdad. Y a mí que se me refleja todo en la cara, se me tatúa en la frente una cartel enorme que pone MENTIROSA o NO ESTAS DICIENDO LA VERDAD, que sería mejor porque no suena tan mal, pero no me cabe en la frente. Y empiezas a soltar todo lo que llevabas planeado, pensado y proyectado en tu mente, y lo has repasado tantas veces que nada puede fallar. Pues falla. Porque yo, a la primera de cambio me lío sola con la historia, no se como seguir y termino demostrando yo solita lo absolutamente estúpida que puedo ser. Aunque también puede ser que todo vaya sobre ruedas, y te relajes y lo normalices y la mentira forma ya parte de tí, hasta que te has relajado tanto que te has olvidado de mentir y has vuelto a meter la pata.
Cualquiera de las dos opciones te deja en mal, mal no peor lugar, porque encima el otro se entera de que le estabas mintiendo. Y tú, que has hecho un esfuerzo sobrehumano para mentir, para concebir una historia creíble, has gastado tu tiempo ensayando, ... tú que no querías, tú has quedado como una mala mentirosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario