Esta mañana alguien me dijo Anda, haz un esfuerzo, y caí en la cuenta de con la ligereza que usamos ciertas expresiones. No me pedían nada de muy importante, y decir que NO formaba parte de la broma, a sabiendas de que terminaría por acceder pero el comentario me caló. Anda haz un esfuerzo. Pues voy a hacerlo, si señor.
Hago un esfuerzo diario en levantarme a mi hora para no llegar tarde y eso que el despertador suena demasiado pronto para ser verano, pero quien algo quiere algo le cuesta me enseñaron. Hago un esfuerzo diario para ir a otra ciudad, con lo que implica un viaje en tren de una hora para ir y otra para volver a un lugar al que tardas 17 minutos en llegar en coche.
Hago un esfuerzo por sonreírle al aparcacoches, al que se sienta a mi lado en el tren, al chico que sorprendentemente siempre se sienta justo al otro lado del pasillo, al revisor de los billetes, al chico que todos los días me deja el ADN, a los albañiles de la misma obra de todos los días, a mis compañeros del primer café, a la chica de la cafetería, a la que me vende los chicles, a los que esperan en la puerta y siempre llegan más tarde que yo, a los de la obra de la escalera, a todo el que ya esté, a los ojitos que me chillan que últimamente llega más tarde que nosotros, al que siempre está sentado junto al deposito del agua, ... y aún no son las 9.
Hago un esfuerzo por no quedarme dormida cuando ya llevo casi tres horas levantada y el runrun de una voz me adormece.
Hago un esfuerzo por no mandar lejos a esa que me llama cielo despectivamente como si yo no supiera nada de la vida.
Hago un esfuerzo por reírme y hacer que los demás se diviertan un poco conmigo.
Hago un esfuerzo por imponerme 30 minutos de felicidad diaria, y a ser posible me esfuerzo incluso porque sea compartida.
Hago un esfuerzo por no decirle a los ojos que me chillan "illo que hace, mirame".
Hago un esfuerzo todos los días por no fumarme un cigarro con el desayuno, y llevo haciéndolo ya tres meses.
Hago un esfuerzo por no dormirme en mi hora de vuelta y hago un esfuerzo por pagar la factura del teléfono que pongo como antídoto al sueño del viaje, aprovechando dicho sea de paso para hablar con los que quiero.
Hago un esfuerzo por poner la mejor cara que tengo el resto del día y hago un esfuerzo por estar emocionalmente de alquiler.
Hago un esfuerzo por ir al gimnasio todos los días y por no llegar demasiado cansada como para no poder sentarme un rato delante del teclado.
Hago un esfuerzo también por escribir todos los días, o al menos los que puedo.
Y hago un esfuerzo cuando ya en la cama, repaso mi día y veo todo lo que fue, y veo lo que me faltó e intento no decaer por todo lo que no esta aún y por los sueños que aún no se han cumplido.
Pero no importa, porque mañana es un buen día para seguir haciendo un esfuerzo.
Y por ti he hecho dos hoy, uno esta mañana y otro al dedicarte este blog.
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